miércoles, 23 de septiembre de 2015

Cuentos y Leyendas de Guatemala. "Cuento de el Cadejo"











EL CADEJO

Cuando la soledad y la afición acongojan el corazón de alguna alma apesadumbrada que trata de olvidar su dolor con el alcohol, entonces aparece el acompañante  idóneo  que no se separa de el hasta lograr aliviar su dolor y su pana hasta ganarlo con una muerte repentina.
Este espíritu protector, mejor conocido como el cadejo, que se presenta como “un perro negro con  casquito de cabra y ojos y aliento de fuego”. El personaje que persigue y protege a los bolos. El cadejo gris cuida a los niños solos y el cadejo blanco es el protector de las mujeres solas, abandonadas y viudas.
Se dice que este ser maligno acompaña “a los bolos”, pero si llega a lamerles la boca, los sigue por nueve días y no los deja en paz hasta que  se mueren. Entonces se, lleva su alma.
Cada vez que sea un perro negro detrás de un hombre no te confundas, puede ser que sea el cadejo….


Las Zapatillas del Cadejo

El alba rayada de lila y palorrosa los volcanes y el horizonte de la ciudad.
En los árboles y arbustos de las plazas del teatro, de la victoria y en las plazuelas de los templos, cabeceaban miles de pájaros. El fresco de aquella mañana era intenso.
Sobre la calle del Ángel, en la fonda del calvario, sentada frente a una mesa de pino, tiritando de pesadumbre y sudando soledades, un hombre joven, profundamente demacrado, bebía en un pequeño vaso de herradura. 
A su  lado, un perro negro dejaba acariciar una oreja de manera descuidada. Las puertas de la fonda, recién abiertas al frescor de la mañana, permanecieron a la claridad  colarse en su interior.
Tullido de frió, el hombre se restregó las manos. Engullo un trago más y saco del bolsillo interno de su raído saco unas zapatillas de ballet que en un tiempo fueron rosadas y ahora estaban lustrosas de tanta caricia. Las contemplo, las beso y las acaricio con esmero por largos minutos. Las dejo sobre la mesa del piano y extrajo luego un papel escrito, lo desdobló con ternura y cuidad, y lo leyó.

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